De repente empezó a sonar una música de
fondo.
Mike se despertó. Acostumbraba a poner como alarma por las
mañanas música en su móvil, cada día tocaba una diferente, le gustaba pensar
que en función de la canción que sonase, así sería su día. Hoy sonaba “Wild
World” de Cat Stevens.
“Vaya sueños más raros joder” – pensó Mike – “Es como sí a
tu cerebro le gustase jugar contigo enseñándote ciertas cosas y haciéndotelas
olvidar a los cinco minutos. Bueno, demasiada rayada para una mañana, ya está
bien”.
Se levantó de la cama, fue hacia el baño y se miró en el
espejo. Una cara con el pelo medianamente largo, algo pálida y sin barba le
devolvió una mirada de indiferencia. “Esto soy yo con 20 años…pues vaya”. Acto
seguido se duchó, se vistió y cogió las cosas para ir a la facultad. Le gustaba
cuando su pelo quedaba con el peinado que quería al salir de la ducha sin
necesidad de peinarse (lo cual nunca hacía), pero hoy no era uno de esos días.
Salió de su portal, enfiló la calle arriba y fue directo a
la parada de bus. Mientras caminaba escuchaba las conversaciones de la gente:
exámenes, discusiones con sus parejas, problemas para encontrar un trabajo,
quedar para salir de fiesta esa noche…Todas las conversaciones eran
insustanciales, no llevaban a ningún lugar, y sin embargo eran igualmente
necesarias para tener la conciencia tranquila de que había sensación de
comunicación con el mundo. A veces solía dar mentalmente su opinión a esos
temas intrascendentes aunque nadie le escuchase.
Llegó el bus y Mike subió. Tardaba unos 15 minutos en llegar
a la facultad. “Joder, si el tiempo pudiera aprovecharse mejor”. Era curioso
ver como la gente valoraba el tiempo en función de lo que tenía que hacer con
él, todo interés propio, todo objetivo, y sin embargo, era el tiempo lo único
que regía a todos por igual, ricos, pobres, viejos y jóvenes.
El autobús llegó a su destino y Mike bajó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario