Los saludos entre compañeros eran los propios de esas
horas de la mañana, todo protocolo:
- ¿Qué tal?
- Nada, aquí andamos otro día más.
Caminó un poco más y entró por la puerta de la facultad.
Un gran letrero carcomido por el paso del tiempo encabezaba la entrada: “Facultad
de Medicina”. Llegó a su clase y se sentó. Las primeras filas de clase siempre
estaban ocupadas desde temprano por la gente que de verdad se tomaba en serio
la carrera. “Es curioso como cada uno enfoca sus prioridades” – pensó.
El en la carrera nunca había destacado en casi nada, se
limitaba a ir poco a poco intentando aprobar las asignaturas. Siempre se
prometía a sí mismo que cada año que pasaba, el siguiente se lo tomaría más en
serio, pero él mismo sabía que se autoengañaba, simplemente era una escusa para
que su conciencia no le diera la vara al menos durante un tiempo. A la llegada
de la época de exámenes siempre se veía angustiado por la falta de tiempo y por
haberlo desperdiciado. “Todo se basa en organizarse joder, si hay tiempo para
todo, pero me falta organización”- pensaba. Todo se reducía a estudios de
última hora, horarios que nunca cumplía y repasos imposibles de última hora. De
momento le servía, y aunque sabía que dentro de poco le lloverían palos se
sentía cómodo en su mundo de falsa conformidad. Mike no es que fuera un rebelde
de la vida en ese sentido, pero nunca se había tomado en serio casi nada de lo
que le ocurría, quizás por eso todo le parecía insustancial “Quien no valora las
cosas no aprende de ellas”- solía decirle su abuela. Qué razón tenía.
Al rato llegó Charlie, un amigo de Mike, y se sentó al
lado.
- ¿Qué tal Mike?, otra semana aquí chapando ¿eh?
- Ya ves, qué
remedio ¿no?
- Alegra esa cara hombre, esta noche hay fiesta en la
discoteca nueva de la calle Lincoln ¿vas a ir o qué?
- ¿Hoy? Pero si es solo lunes.
- ¿Y? jajaja. Anímate va a ir todo el mundo.
- Va, me lo pensaré.
Las clases transcurrieron como otro lunes cualquiera.
Llegaba un profesor, ponía su Power Point en el proyector y daba la clase. “Si
logro terminar la carrera y me dedico a leer Power Points el resto de mi vida
me pego un tiro”- pensó.
La mañana pasó y Mike tomó el bus de vuelta a casa. “Otra
mañana más, otra mañana menos”.
Al llegar, fue directo a saquear el frigorífico, “no
vuelvo a salir de casa sin desayunar”- sabía que le volvería a pasar pero aún
así se lo repetía cada vez, como con todo, con la esperanza de que algún día su
idea llegara a cuajar.
“Creo que saldré esta noche”.
Mike quemó el tiempo restante hasta salir por la noche en
su cuarto escuchando música, enredando en el ordenador y viendo alguna serie. “Tío
aprovecha alguna hora de estas para estudiar un poco” – le decía su conciencia
continuamente. Oídos sordos.
Cena, ducha, vestirse y a la calle. Charlie vivía un par
de calles más arriba y había quedado con él en un cruce cerca de un parque al
lado de su casa.
- Joder, ya creía que no venías.
- Perdona he salido de casa un poco tarde.
- Y bueno, ¿qué, será una buena noche Mike?
- Dentro de poco lo sabremos.
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